En
1900 el automóvil había alcanzado ya la mayoría de edad, en el sentido de que
los elementos básicos de la tecnología automotriz del siglo XX estaban ya
establecidos.
Sin
embargo, en todo el mundo había apenas unos pocos miles de automóviles. El
caballo seguía dominando los caminos. El espectacular cambio se produjo en 1908,
cuando el fabricante norteamericano de automóviles Henry Ford lanzó su famoso
«modelo T». Al principio las ventas fueron modestas, apenas 1.700 unidades en
los primeros 15 meses, pero en 1916 habían alcanzado un ritmo anual de 250.000
unidades vendidas y el precio original, de 850 dólares, había descendido
sustancialmente. En 1927, cuando se abandonó su producción, se habían vendido
por lo menos 15 millones de estos notables coches. En diez años, el automóvil
había llegado a las masas, aunque más en Estados Unidos que en el resto del
mundo.
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